De grupo a equipo
Observa a tu alrededor y reflexiona.
Es cierto que estáis reunidos en un aula, formando un grupo. Sin embargo, esta característica, por sí sola, no os convierte en un verdadero equipo de trabajo. Un grupo es simplemente un conjunto de personas reunidas, pero sin un objetivo común o una coordinación en su actuación. Cada miembro puede tener intereses individuales.
Para convertirnos en un equipo cohesionado y eficiente, es esencial impulsar la pertenencia al grupo, algo que redundará en nuestro bienestar personal. ¿Cómo lo conseguiremos? Se trata de un camino largo y progresivo, en el que nunca dejamos de aprender, pero en el que inevitablemente debemos siempre valorar las diferencias entre los miembros y reconocer la diversidad como un elemento que genera identidad y riqueza. Así, cada miembro podrá sentirse valorado y respetado por su personalidad única, y aprenderemos a cooperar y trabajar de forma armoniosa. Recuerda, además, que para conseguirlo es fundamental desarrollar habilidades empáticas que nos hagan comprender mejor las necesidades y perspectivas de cada integrante, por lo que el diálogo y la argumentación tendrán mucha importancia.
Por último, ten en cuenta que, como en toda forma de relación entre individuos, entrarán en juego las emociones y los sentimientos, piezas clave en la interacción y la comunicación efectiva entre los miembros del equipo. Al entender y expresar nuestras emociones, y respetar las del prójimo, podremos construir relaciones más sólidas y empáticas, lo que fortalecerá sin duda el vínculo entre los integrantes y hará llegar a buen puerto a nuestro equipo.
Un equipo cohesionado es como un grupo de amigos que trabajan juntos muy bien y se apoyan mutuamente para lograr cosas increíbles.