¿Puedo con todo?
Hay momentos en los que sentimos que no estamos haciendo lo suficiente o que deberíamos esforzarnos más. Por ejemplo: “Si hubiese entrenado más ganaría la carrera”, “No estudié lo suficiente para el examen y he suspendido”, etc. Es lo que llamamos autoexigencia, una característica de la personalidad que hace que nos exijamos el máximo a nosotros mismos y busquemos ser cada vez mejores en todo lo que hagamos. Se puede manifestar de muchas maneras y en cualquier ámbito de la vida.
Cuando es excesiva, hace que se busque la perfección en todo. Está bien ser críticos con nosotros siempre que nos haga sentir mejor y si ello nos motiva a esforzarnos y a mejorar. La autoexigencia puede ayudarnos a ser más organizados, asumir retos y alcanzar metas. Por eso, no siempre es mala; el problema surge cuando nos juzgamos demasiado duramente y ello provoca que tengamos un sentimiento negativo hacia nosotros.
Cuando la autoexigencia no se controla, puede desencadenar estrés, ansiedad o frustración, entre otras muchas cosas. Por eso es importante que sigas estos tres consejos para saber cómo gestionar la autoexigencia.
Analiza tus metas
Lo primero que debes plantearte son los objetivos que quieres conseguir. Tienen que ser realistas; es decir, debemos determinar si los podemos conseguir con esfuerzo o constancia o si dependen de factores ajenos a nosotros.
Prioriza tus objetivos
Cuando queremos alcanzar varias metas al mismo tiempo puede afectar a nuestra autoexigencia negativamente. No puedes hacer todo a la vez, sino que debes elaborar una lista de prioridades que te permita optimizar el tiempo. Piensa: ¿para qué tengo menos tiempo?, ¿qué me supone más esfuerzo?, ¿a qué debo prestar más atención? Y organiza tu tiempo en función de tus respuestas.
Valora tu esfuerzo
A veces lo único que vemos es la meta, pero no tenemos en cuenta todo el trabajo realizado para conseguir nuestro objetivo. Es importante que veas todo el proceso, que disfrutes del camino hacia la meta y valores todos tus esfuerzos para cumplir tu objetivo. Si, a pesar de haber hecho todo lo posible, no logras el resultado esperado, no debes sentirte culpable. No somos perfectos, cometemos errores que forman parte de nuestro aprendizaje y nos ayudarán a mejorar.
Tensión provocada por situaciones agobiantes. Provoca reacciones psicosomáticas, es decir, que afectan a la mente y al cuerpo.
Estado de agitación o inquietud del ánimo. Angustia que no permite estar calmado.